lunes, noviembre 07, 2005

A caballo regalado SE le mira el colmillo

Por fin estoy de vuelta en mi tierra, Chilito lindo. Me moría de ganas por comerme una buena ensalada y unas buenas papas cocidas. Afortunadamente mi mamá se encargó de eso y mi polola me organizó una agradable velada junto a unos muy buenos amigos. Así da gusto ser recibido.

Mi último día en la Isla fue algo atareado, entre hacer la maleta, desocupar la pieza y visitar nuevamente la feria artesanal para hacer las últimas compras se me fue toda la mañana corriendo de una lado a otro. En la feria artesanal ocurrió un episodio digno de mención.

Estabamos viendo unas pinturas locales junto a la Patty (una compañera de trabajo que también tuvo que ir a la Isla y que se quedó allá unos días más mientras sacan unos detalles del proyecto) cuando se me acerca una Sra. de piel oscura pidiendo una moneda. Ilusamente pensé que diciéndole que no me la iba a sacar de encima. No por mala voluntad, sino que personalmente a menos que quien pide limosna se vea evidentemente incapaz de ganarse la moneda por invalidez o alguna incapacidad física, siempre evito regalar monedas. En el fondo, la mayoría de las veces que regalas una moneda, el receptor asume que adquieres una suerte de compromiso para con él. Prefiero que se ganen la moneda, cantando, haciendo malabares, como sea. Y me apesta que me insistan, si es no, es no y así de simple. Bueno, esta Sra. insistió y ya me estaba haciendo perder la paciencia. Le dije que no tenía monedas, lo que era en parte cierto ya que andaba solamente con billetes. Me dijo que si no tenía otras monedas y a mi parecer cometió el error de autoentusiasmarse con la idea de que podía tener euros. Le dije que no, que sólo tenía pesos chilenos y me dijo que le diera entonces una de "esas".

"OK", le dije, pero que la moneda no le iba a servir y que parecía euro pero que no lo era. Me la saqué de encima un rato, pero después de ya haber hecho algunas compras volvió a arremeterme, enrostrándome que lo que le había dado no le servía de nada. Ahí ya me sacó de mis casillas y le dije "Pero, ¿te dije o no te dije?" y me retiré indignado. Entiendo que son culturas totalmente distintas, lo nmismo que el nivel de necesidades, pero cómo no entienden...

Luego de haber quedado como el malo de la película vino mi almuerzo y la casi eterna espera de mi vuelo en Mexicana. Fue como viajar en Condor Bus, claro que con atención al asiento. Después de una breve siesta y trás despertar pensando que volabamos sobre el Ártico debido al peculiar paisaje de nubes, medio dormido recibí el snack, compuesto por una caja con una galleta con salsa de chocolate, un paquete de "Ramitas" mexicanas, los famosos Churrumais, frituras de maíz con sabor a chile (ají picante) y limón. La empresa es Sabritas pero yo medio dormido leí SObritas. Me las comí pensando que en los aviones nadie se preocupa si te gusta el ají, si no eres alérgico al maíz o sutilezas de ese tipo.

Finalmente en México, como los pasajeros en tránsito por lo visto también deben pasar por migraciones (y si alguien sabe que no es así agradecería incluyera un comentario al respecto), pasé las 2 horas que inicialmente tenía destinadas a recorrer el Duty Free, esperando que alguna de las 3 personas que atendían dieran abasto a las más de 200 personas que esperaban pasar, proceso leeeeento, todo gracias a unos gringos pelotudos cuyo destino final era Ciudad de México y estaban en la sección de tránsito en vez de la que les correspondía a quienes se quedaban allá. Obviamente los originales aztecas atendieron a todos los gringos y sólo después de un par de horas de darse cuenta que tenían la sola pelota atinaron a comunicarle a los gringos que estabn en la fila incorrecta.

Hoy llego nuevamente a la oficina encontrándome con la sorpresa que nos cambiaron de escritorio y salimos para atrás, escritorio más chico, sin oficina (la pecera) y sin pizarra. Sin razones aparentes, ni fundamentables de manera sólida con la información que se maneja aquí y con el comité creativo viajando a la Isla. En fin... como suele suceder, no pq yo no esté el mundo va a dejar de girar.

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