jueves, febrero 16, 2006

Lo que aprendí en mis vacaciones

Ha sido una semana de locos, presagiando un futuro stress, más que nada debido a los personajes que me van a "apoyar" en las nuevas tareas que tengo asignadas, y el indefinido proyecto que vendieron, cobraron y ya tiene plazos, y sin embargo está absolutamente en el aire, sin requerimientos ni nada conceto que sirva... Eso es harina de otro costal, pero feliz me hubiera quedado una semanita más en el sur, no se haciendo que, o en su defecto Viña o Santiago igual hubieran servido bien.

Aquel anunciado viernes en que comencé mi merecido descanso viajé a Viña del Mar a ver a mi polola y a la boosidad, cuyas muestras de infinito e interminable cariño y amor incondicional son morderme y saltarme encima. Muchos pensarán que fue más de lo típico, pero además aprovechamos el lunes para hacer ciertos trámites locales y además planear el resto de los días. Un muy buen amigo nos planteó la posibilidad de vacacionar juntos y escogimos ir a Concepción. Mi papá vive allá con su señora y mi media hermana, así que ante la eventualidad teníamos donde llegar.

Partimos sin claridad de donde ibamos a llegar lo que nos condujo a soportar la ira del conductor. Y en 8 días aprendí:
  1. a medir mis palabras y escoger con pinzas todo aquello que diré
  2. a callar muchos pensamientos, directamente rela cionado con lo anterior
  3. que hay peores que uno
  4. que entre percibir y saber hay una discusión de distancia
  5. que repelo las pulgas, al menos más que mi compadre...
  6. que puede que necesite contratar televisión por cable
  7. que los parlantes son fundamentales para sobrevivir
  8. a aborrecer la música mamona
Típicamente abré olvidado almenos uno 10 puntos más, lo atribuyo a mi no inspiración para escribir ahora. Lo enriquecedor de las relaciones humanans es que supuestamente el propio hecho de ser un animal sociable es lo que nos debiera dejar claro que en la más plena adversidad no nos podemos valer absolutamente por nosotros mismos, menos si tenemos a nuestro lado a alguien que está dispuesto a ayudarnos sin esperar demasiada retribución a cambio.

Eso aprendí.