En realidad ni siquiera ando demasiado creativo como para escribir, pero los dedos me pican por contar esto que pasó hace varias semanas.
Típico que me llaman por teléfono al móvil, número desconocido, potencialmente del banco ofrecieéndome uno de los miles de créditos preaprobados que tengo. "Endéudese por favor" parece ser el mensaje, y me lo piden ofreciéndome todas las facilidades para hacerlo. Quizás si fuera más ingenuo (aún) tomaría un crédito y querría hacer realidad alguno de mis sueños todavía no cumplidos:
- El plasma de 42 pulgadas con antena satelital y la rubia de la publicidad incorporadas
- Viajar por el mundo, saludar al Dalai de turno y fotografiarme encima de un Moai
- No he podido decidirme si por el Porsche o el Ferrari, o ambos
- La Fender Stratocaster autografiada por Hendrix, con herrajes de platino
- El monitor holográfico experimental del valle Silicon
puras vanalidades, que superficial.
La verdad es que no me interesa tomar un crédito de consumo. Soy partidario de las compras en efectivo, las cuentas bancarias sin deudas, cero tarjetas de multitiendas, mínimo movimiento que induzca a mi ejecutivo creer que tengo dinero, poder adquisitivo o potencial de endeudamiento de sobra.
La cosa es que estando un poco al tanto gracias a mi novia, la llamada era de una "Agencia de turismo", que me estaba "regalando" 2 días y 3 noches en Argentina, no recuerdo donde. El "único" requisito, es que debía presentarme ni más ni menos que con mi tarjeta de identificación personal (aquí en Chile el llamado Carnet) y una tarjeta de crédito, no importaba cual, no importaba si con o sin cupo, no importaba si yo estuviera en
DICOM (pozo sin fondo donde caen los deudores compulsivos). Yo me dedique a desmoralizar a la
captadora de crédulos, indicándole que desconfiaba de estas promociones salidas de la nada y que las tarjetas de créditos no son indicadores de nada, salvo de deudas (potenciales o no).
Es que es la verdad, hoy en día no es gran trabajo tener una tarjeta de crédito, no son demasiados los requisitos, y tenerla no asegura que uno sea o no sea capaz de sostener determinado o indeterminado nivel de deudas. No ofrecen la garantía de que uno pueda finalmente pagar las deudas contraidas,
NO SON GARANTÍA DE NADA.
Peor aún, estoy al corriente de la manera en que estas captadoras de crédulos operan. Te llevan a un cóctel donde te ofrecen los mejores manjares del
Valhalla, rodeado de musas del
Olimpo, te embolinan la perdiz y terminas firmando cualquier barbaridad que te termina amarrando por X años con un contrato de arrendamiento o afines.
Conmigo no gracias. Esas cosas sirven para comer gratis o perder el tiempo (comiendo gratis), pero no gracias, tampoco tengo tanto tiempo y tampoco tanta hambre.