jueves, octubre 06, 2005

Capacidad de negociación

Muchas veces me he autoproclamado mercenario para muchas cosas, siempre tiendo a decidir por el mejor postor, sobretodo en materia laboral. Es una filosofí­a algo arriesgada, pero aunque a las empresas no les guste, uno tiene que hacerse valer. A lo que quiero llegar es que las empresas debieran preocuparse no sólo por tener un buen recurso trabajando, sino porque ese recurso esté bién en todos los aspectos.

Esto va única y exclusivamente por un compañero de trabajo que tiene acumulados 45 dí­as de vacaciones, pidió 10 y le dieron 3. Regresó de sus dí­as de descanso y se entera que tiene que hacer las maletas para venirse para ací¡ a La Isla. Y lo que es peor, terminando el trabajo aquí­, tiene que viajar otra isla tampoco nombrable, pero cercana. La historia serí­a normal, si obviaramos que el protagonista no pudo ver a su hijo de 4 años despierto. ¿Qué calidad de vida es esa? Estoy claro en que para las empresas y las correspondientes jefaturas, uno no es más que un número, el recurso ene-ésimo. Ellos contrataron al recurso y no al recurso y su entorno, léase familia, amigos, mascotas. Es la cruda y cruel realidad. Sin embargo, el rendimiento laboral no depende sólo del "bienestar" que te otorgue la empresa (y bien entre comillas, y no porque esté disconforme, insisto en que no me quejo "mucho"), si uno no estí¡ bien en el propio entorno, ni siquiera pueden pretender que uno esté a full. Y tampoco se trata de que uno sea cerrado o no frente a ciertos temas, sino que no se puede exponer la vida privada con personas que no merecen nuestra plena confianza. Mis problemas son mios y no tengo porque traspasarselos o comentarlos con 3eros, a menos que las consecuencias hacia 3eros sean inminentes.

Es como el comercial de Visa-Mastercard, simplemente hay cosas que el dinero no puede pagar, ver a tu hijo crecer (en mi caso lo más cercano es mi cachorro), o compartir eventos familiares importantes. Y si llegara a encontrarme en una situación en que lo que estoy sacrificando no se ve cubierto por ningún tipo de beneficios, el que va a poner las condiciones soy yo. De acuerdo, en este minuto todos los recursos son prescindibles, en cualquier minuto podrí­an decidir despedirme y reemplazarme, por alguen más barato, menos conflictivo, menos transparente, menos sincero, o simplemente polí­ticamente correcto para la empresa. Lo que quiero dejar claro es que el poder de negociación en este caso dependerá de cuan prescindibles realmente seamos, o cuan prescindibles nos vean. Es así­ de simple, me salen con originalidades y me dicen que no tengo derecho a alegato, me temo que me veré en la obligación de decirles, que lo siento mucho, pero bajo esas condiciones yo no le sirvo a la empresa.

El gran problema cae cuando la necesidad te obliga a aceptar condiciones que normalmente no aceptarí­as. "La necesidad tiene cara de hereje" y es ahí­ donde se ven las caras de los empresarios que se la juegan por el bienestar real de sus empleados, contra los que sólo velan por sus propios intereses.

Da para muy largo.

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